Mamá Ratona
barrió por tercera vez la cocina. Y por tres veces la escoba trabajó en balde.
No había nada que barrer, tampoco que lavar, tender o planchar.
Subió a las
habitaciones. Calma total. Entró en el cuarto de los ratones y todo estaba en
su sitio. Ningún juguete fuera de lugar, ningún trasto por el suelo...
Escuchó con atención. Silencio.
Bajó las
escaleras y se sentó en el último peldaño. Abrió el camafeo
colgado de su cuello y besó cada una de las diminutas fotos de sus roedores. Cómo dolía su ausencia, cuánto les echaba de menos...
De pronto reaccionó y sacudió la nostalgia. Contó los días en el calendario, ¡muy pronto estarían de nuevo en casa! Así que sonrió y se levantó con energía, dispuesta a barrer por cuarta vez la cocina.