lunes, 14 de enero de 2013

Había una Vez... El Abuelo Cuenta Cuentos

Era gruñón y cascarrabias. Siempre discutía por todo y nada le parecía bien. Vivía solo desde hacía mucho tiempo, demasiado tal vez, y no solía hablar con la gente... a no ser que fuera para protestar.
 
Su cabaña estaba un poco alejada de las demás y sólo se acercaba al pueblo el día de mercado, una vez al mes.
 
Cuando aparecía, lo hacía subido a un carro que chirriaba con tristeza a cada golpe de rueda y hacía que los niños se escondieran a su paso.
 
Aquel era primer sábado de mes y se acercó a la plaza para ver qué traía el mercader ambulante. Aquel hombre llegado de otra región siempre tenía el puesto a rebosar de cachivaches, inventos, utensilios varios y... libros.
 
Ojeó unos cuantos, le encantaba leer, pero ya se había leído casi todo y cada vez era más difícil encontrar nuevas historias.
 
De pronto encontró un libro grueso, azul, viejo y con el lomo agrietado. Estaba lleno de polvo y utilizó su manga para limpiar un poco la cubierta: "La Tejedora de Cuentos".
 
Por dos monedas se lo llevó a casa y se sentó junto a la lumbre para empezar a leer. Leyó y leyó... y leyó hasta el amanecer, hasta la última página del libro.
 
No había dormido en toda la noche y se preparó un café bien cargado. Después se recortó la barba y se peinó, se cambió la camisa y sonrió al espejo.
 
Se montó en el carro y se dirigió a la plaza del pueblo. La gente se sorprendió al verle llegar, ya no era sábado de mercado, y algunos incluso ni le reconocieron.
 
Paró su carro y colocó un cartel de madera, pintado a mano, que rezaba "Los Cuentos de La Tejedora". Entonces abrió el libro azul y comenzó a leer la primera historia.
 
Poco a poco los niños se le fueron acercando. Primero se subieron al carro y después llenaron la plaza, sentándose en el suelo y en silencio para no interrumpir el relato. Todos, niños y grandes, querían ahora escuchar a aquel viejo gruñón de voz cascada.
 
A partir de aquel día fue conocido como el Abuelo Cuenta Cuentos, y siempre llegaba puntual a su cita, cada domingo por la mañana, para contar historias maravillosas, las que muy lejos de allí escribía la Tejedora de Cuentos.
 
Shhh, silencio, el Abuelo Cuenta Cuentos va a comenzar: "Hace mucho, mucho tiempo..."