jueves, 22 de mayo de 2014

Había una Vez... Un Corazón de Mil Colores


En este incierto mundo y vertiginoso cual montaña rusa, habita un hada especial que, por donde pasa, planta sonrisas de temporada y deja un dulce perfume de armonía.

¿Y especial por qué, preguntaréis? Porque no siendo el hada más alta, llega a todos los corazones por muy arriba que estén.

Y, no siendo la más fuerte, es capaz de romper el hielo de cualquier gélido momento.

Tampoco es la más rápida, pero muy pocos siguen su paso, incansable, imparable… y para algunos agotador.

En cambio es muy lista, tal vez la que más, pues siempre ha sabido bailar el ritmo de la vida (que unas veces trae marejada y otras calma chicha), sin perder esa sonrisa que ilumina cual cien soles.

Nunca ha ganado un concurso de belleza, pero es tan, tan hermosa… Es además un hada simpática, divertida, cariñosa… y con un genio escondido que saca de vez en cuando, ¡haciendo temblar el mundo!

¡Y tiene muy buen gusto! Por eso escogió al mejor de todos, y con él duerme serena cada noche, y con él despierta ilusionada cada mañana… Y con él sigue, contra viento y marea, porque el amor lo puede todo.

Trabaja sin descanso ayudando a los demás. Nunca nadie la verá quieta, pasiva. Siempre tiene algo por hacer o deshacer, porque siempre estará aquél por quien dejarse la piel.

Exquisita cocinera, costurera hacendosa, imagina historias fantásticas en su cabecita… pero es un desastre guardando secretos, ¡los pierde todos!

Tiene la maleta siempre a mano, dispuesta a batir sus alas para volar allí donde el corazón decida.

Quienes la conocen ya no la perderán de vista, porque a todos enamora.

¿Y por qué, preguntaréis? Pues porque tiene un corazón que no le cabe en el pecho, un corazón de mil colores, verde, blanco, rojo, amarillo o azul como el mar… Cada día diferente, pero cada día igual. Y cada latido suyo es luz en la sombra y música en el silencio, es vida para los demás. Por eso, no pares nunca, mamá.

martes, 6 de mayo de 2014

Había una Vez... Un Elefante Equilibrista


Había una vez un pequeño circo ambulante con una domadora, un payaso, una hermosa equilibrista y un mago. También había un elefante, un mono y un conejo blanco.

Cuando cada tarde comenzaba la función, la domadora hacía sentar al elefante en un pequeño taburete, el payaso y el mono hacían reír al público, el conejo desaparecía en la chistera del mago y la equilibrista realizaba increíbles piruetas en lo más alto de la carpa. Cuando esto último ocurría, el elefante suspiraba:

- Yo quiero ser equilibrista – se atrevió a decir una vez.

El mono rió a carcajadas, y los demás, que apreciaban mucho al elefante, intentaron disuadirle de su idea, pues tan gordo y torpe como era, no querían que fracasara en su intento.

- Eres muy grande y patoso – dijo el payaso – Los elefantes no nacieron para ser equilibristas.

La domadora y el mago intentaron igualmente quitarle la idea de la cabeza.

¡Pobre elefante! Decepcionado, agachó la trompa y se marchó a llorar en su minúsculo taburete. Entonces el conejo se le acercó y le dijo:

- ¡Yo tampoco creo que los conejos nacieran para desaparecer dentro de una chistera, pero mírame a mí!

Y entonces el elefante dejó de llorar. Pasaron después quince días con sus quince noches, y durante ese tiempo, el elefante persiguió su sueño con ayuda del conejo. Hasta que un día, al comenzar la función… ¡El público contempló anonadado cómo un gordo y torpe elefante trepaba hasta lo más alto de la carpa!

- ¡No lo hagas, te caerás! – gritó el mago.

- ¡Olvida tu sueño, eres un elefante! – exclamó la domadora.

Pero el elefante desoyó las advertencias y comenzó a caminar de puntillas, a cinco metros de altura, por un cable casi invisible.

Y dio un paso, dos y tres… y ante el orgullo de un conejo blanco y el asombro de los espectadores, ese torpe y gordo paquidermo se convirtió en el primer elefante equilibrista del mundo.

Así que ya sabéis, perseguid vuestros sueños, no dejéis que os corten las alas, ni las cortéis vosotros a nadie que quiera alcanzar los suyos.

Y, colorín, colorado, este cuento se ha acabado.