miércoles, 27 de febrero de 2013

Había una Vez... Cuarenta Veces Cuarenta

Hoy no te contaré ningún cuento. Hoy te hablaré de mí.

Y te hablaré de mí porque hace un par de días cumplí los cuarenta y porque dentro de poco lo celebraré entre amigos.

Porque llegados a este punt0 muchos son los que, con gracia o sin ella, ya han bromeado a costa de mi recién estrenada edad. Porque miro atrás y me quedo con lo bueno; y miro hacia adelante y me apetece seguir caminando.

Por eso hoy te hablaré de mí, para contarte que he dejado las muletas del miedo y que ya no vacilo al andar. Que he encontrado el mapa de mi vida y que espero saber interpretarlo. Que pienso soplar cuarenta velas más, o las que haga falta, y que me gustaría que tú, tú, y tú también, estuvieráis a mi lado.

Que la vida son dos, tres, cuatro... nadie sabe cuántos días, y que cada uno de ellos merece ser vivido como si fuera el último y el primero al mismo tiempo.

Por eso hoy celebro haber cumplido cuarenta años, y ojalá pueda cumplir cuarenta veces cuarenta... y que pueda contarlo ;)


viernes, 15 de febrero de 2013

Había una Vez... Chispito, el Pequeño Gran Héroe

Chispito era muy pequeño, más pequeño que el menor de los siete enanitos, más pequeño que Pulgarcito y más pequeño que un botón.

Sin embargo, a pesar de su diminuto tamaño, Chispito soñaba con ser un gran héroe, realizar importantes hazañas y salvar a sus amigos de los peligros del bosque. Por eso, decidió esforzarse mucho para lograr su sueño.

Primero, se hizo un traje con capa y antifaz y pidió al Señor Pájaro que le enseñara a volar. Para estar fuerte, comenzó a hacer gimnasia cada mañana con su amigo el Saltamontes. Y aunque no siempre le gustaba la comida que preparaba mamá, decidió comer de todo, fruta, legumbres, verdura, carne y pescado, y dejó sólo para los domingos algunas chuches y golosinas.

Entonces Chispito empezó a crecer y su madre se puso muy contenta. Pero él se miraba al espejo y comprobaba que todavía no era todo lo alto y fuerte que quería ser.

Un día, mientras se preocupaba por seguir creciendo, Chispito ayudó a Doña Mariquita a encontrar un lunar que se le había caído entre las hierbas. Otra tarde, cambió con gusto la bombilla fundida de la Señora Luciérnaga. Y pasó toda una mañana animando al Sauce Llorón, que finalmente dejó de llorar y volvió a sonreír.

Mientras se esforzaba por ser grande y fuerte, Chispito fue generoso al compartir sus juguetes con los amigos; y también cuando partió su bocadillo en tres, para que las Hadas Regordetas merendaran con él.

Chispito seguía creciendo, pero todavía no tocaba el cielo, ni siquiera de puntillas y pensó que tal vez era cuestión de esforzase un poco más.

Mientras tanto hizo las paces con Don Topo, después de enfadarse por una tontería. Y se hizo amigo del Patito Feo, que se convirtió en el más feliz del estanque.

Todos los días, pasaba un rato con el viejo Gnomo del Bosque. Le daba conversación, le ayudaba en las tareas domésticas y recogía los frutos del huerto para que el anciano, que tenía más de trescientos años, no se cansara tanto.

Una noche, Chispito se acercó al estanque y buscó su reflejo en el agua. Se miró atento de la cabeza a los pies y, al verse tan pequeñito, se entristeció. Era cierto que había crecido, pero no tanto como para ser el gran héroe con el que soñaba convertirse. Así que se rindió y se quitó la capa y su antifaz.

De pronto, el cielo estrellado se iluminó de polvo dorado y Chispito miró hacia arriba.
 
- ¿Qué te ocurre Chispito, por qué estás triste? – preguntó una Voz.
 
- Yo quería ser un superhéroe y ayudar a los demás. He hecho cuanto he podido, pero sigo siendo más pequeño que el menor de los siete enanitos, más pequeño que Pulgarcito y más pequeño que un botón.
 
- Querido Chispito – respondió la Voz – tu cuerpo sigue pequeño, pero tu corazón ha crecido tanto, tanto, tantísimo, que ahora es inmenso. 

Chispito se tocó el pecho, justo allí donde late el corazón, pero no notó que éste fuera más grande que antes. La Voz continuó hablando:
 
- ¿No te has dado cuenta? En los últimos días has sido el mejor de los héroes. Sin pedir nada a cambio, ayudaste a Doña Mariquita y a la Señora Luciérnaga. Has sido generoso con tus amigos y con las Hadas, has sabido perdonar y has dedicado tu tiempo en ayudar a los demás.

- ¿De verdad he hecho yo todo eso? Bueno, tal vez, pero eso no tiene nada que ver con ser un héroe, yo sigo siendo pequeño – respondió Chispito.

- Eres muy grande, Chispito, y seguro que seguirás creciendo con tu bondad y tu generosidad.

La Voz calló y la luz dorada se apagó lentamente. Entonces Chispito se miró otra vez en el estanque y ahora sí se vio grande, alto y fuerte; y dio saltos de alegría. Así que volvió a atarse su capa, a colocarse el antifaz y se marchó a casa sin importarle si era más pequeño que el menor de los siete enanitos, más pequeño que Pulgarcito o más pequeño que un botón.

Y a partir de aquel día Chispito sólo se preocupó de hacer el bien a los demás; y para sus amigos fue, desde entonces, el Superhéroe del Bosque.
 
Y, colorín, colorado, el cuento de Chispito se ha acabado.

lunes, 4 de febrero de 2013

Había una Vez... Los Amigos en la Niebla

Y llega un día que amanece gris y después se torna negro, y una espesa niebla te impide ver la luz. Lejos de ti, sabes que alguien está sufriendo por alguien y tú nada puedes hacer.
 
La respiración se entrecorta y tu corazón late a un arrítmico compás. A ratos se encoge y no lo encuentras en el pecho; a ratos parece que vaya a estallar.

Te quieres hundir en un inmenso vacío... y entonces llegan tus Amigos para sacarte a flote.
 
Está Ella, que deja sus problemas de lado (que no son pocos) para invitarte a un café de máquina y estar un rato largo contigo. Y después te llama y luego te vuelve a llamar para saber que estás bien.
 
Y está Él, que se planta en casa, a no hacer nada si hace falta, y te pone un copazo con la mejor de las intenciones. Te da conversación y te hace reír... y con disimulo, se lleva después los malos rollos para que no se queden en el aire.

Y están también contigo La que te manda un mensaje para compartir tu desvelo y hace sonar tu whatsApp, El que te calma los nervios del día después, La que pone una vela... y La que sabes que rezará hoy para que todo se solucione.
 
Lejos de ti, alguien sigue sufriendo por alguien y tú nada puedes hacer. Pero te reconforta un poco saber que, al menos hasta que tú llegues, sus Amigos están cerca y no dejarán que se derrumbe. 
 
Gracias Amigos.
Te quiero G. y todo se va a solucionar.